Las funciones ejecutivas son una de las más complejas del ser humano, se encargan de participar en el control, la regulación y la planificación eficiente de la conducta humana y queda reglado por la corteza pre-frontal.
En sí mismo, la Función Ejecutiva, es un proceso o una serie de procesos cuyo principal objetivo es facilitar la adaptación a situaciones nuevas, opera por medio de la modulación o el control de habilidades cognitivas más básicas; entendiéndolas como procesos sobre-aprendidos por medio de la práctica o la repetición e incluyen habilidades motoras y cognitivas, como la lectura, la memoria o el lenguaje.
Por tanto, precisa de una simbiosis entre más funciones cognitivas (planeación, el control conductual, la flexibilidad mental, la memoria de trabajo y la fluidez) en especial cuando se quiere formular nuevos planes de acción, o seleccionar y programar secuencias apropiadas de respuesta.
Las funciones ejecutivas, son frontales y desempeñan las siguientes funciones:
Atención focalizada sobre estímulos relevantes e inhibición de los irrelevantes.
Autoconciencia, conducta moral.
Codificación del tiempo y del lugar.
Flexibilidad para pasar de una tarea a otra y para dar una respuesta apropiada en función del contexto.
Formulación de conceptos abstractos.
Localización de recursos, curiosidad-motivación.
Monitorización de la información y de la ejecución.
Planificación de tareas dirigida a un objetivo.
Resolución de problemas.
Como consecuencia de una alteración al Sistema Nervioso Central (SNC) y por tanto a dicho proceso cognitivo, se pueden observar diversas alteraciones (atendiendo a la localización, tamaño de la lesión así como daño cortical versus el subcortical (o ambos), la región de la corteza afectada, el tiempo de desarrollo de la lesión y el impacto de la desconexión funcional con otras áreas corticales.
El daño frontal va a producir diversas características cognitivas y conductuales, en dependencia de la zona lesionada:
Alteración de la conducta social.
Alteraciones del comportamiento sexual.
Cambios de personalidad.
Deficiencia de aprendizaje asociativo.
Deterioro de orientación personal en el espacio.
Deterioro en inhibición de respuestas.
Dificultades de planificación, organización, distracciones, conducta inconsistente, impulsividad, etc.
Dificultades en mirada voluntaria.
Pérdida de espontaneidad.
Pérdida de movimientos.
Programación deficiente de movimientos.
Trastornos de estimación y estimación temporal.
Trastornos del lenguaje.
Todo esto va hacer que la persona muestre afectaciones en cuanto al manejo de situaciones de la vida cotidiana, sobre todo las imprevistas o cambiantes, junto a incapacidades a la hora de adquirir aprendizajes, o bien integrar y aplicar conocimientos y habilidades preservadas en situaciones concretas.
A través del Método Hoffman se aborda planes de atención individuales centrados en la persona, específicos a patología neurológica desde una visión tanto preventiva como rehabilitadora de los procesos cognitivos y funcionales que pueden verse deteriorados desde un abordaje multidisciplinar.