La automedicación es la utilización de medicamentos por iniciativa propia sin ninguna intervención por parte del médico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o supervisión del tratamiento).
La automedicación en un hábito común en nuestra sociedad y no está exento de riesgos: utilizamos medicamentos para el dolor de cabeza, para problemas gástricos, para relajarnos, para la tos, para la alergia, etc.
La automedicación responsable puede ser conveniente si se utiliza para tratar síntomas menores como el dolor, la fiebre, la acidez de estómago, el resfriado, etc. y durante un tiempo limitado. De hecho existen medicamentos que no necesitan receta médica, denominados especialidades farmacéuticas publicitarias o EFP.
Aún así, que un medicamento sea una EFP y que se dispense sin receta no quiere decir que sea inocuo y no pueda resultar perjudicial en determinadas situaciones ya que no deja de ser un medicamento. Por este motivo en caso de cualquier duda se debe consultar al médico o farmacéutico.
Otro caso distinto y muy frecuente de automedicación seria, la automedicación con medicamentos que no son EFP y que tienen que ser prescritos por un médico. Esta es una práctica desaconsejada. Un ejemplo sería la toma de antibióticos sin prescripción médica ante la sospecha de una infección. Los antibióticos no se deben tomar nunca por propia iniciativa sin la supervisión de un médico.
Los medicamentos que más se demandan hoy día son:
Antibióticos: Son solicitados por los propios pacientes en la consulta, incluso a pesar de un diagnóstico médico infeccioso que no precisa de su uso. Otros reutilizan un envase previo guardado en el botiquín casero o van directamente a la farmacia, piden una marca conocida y se la auto-administran ellos o a sus familiares.
Según un estudio europeo comparativo reciente, España se encuentra entre los países con mayor grado de automedicación con antibióticos en el hogar de Europa. En relación a ello, España muestra registros muy desfavorables de resistencia a antibióticos, especialmente en patógenos bacterianos de ámbito extra-hospitalario. No se deben utilizar antibióticos sin estar prescritos por un médico.
Analgésicos: Las cifras disponibles sobre el consumo de estos medicamentos nos indican una exposición masiva de la sociedad a los analgésicos en todos los grupos de edad y para una amplia muestra enfermedades.
Cuando se abusa de estos fármacos o se utilizan de forma indiscriminada sin control por un profesional pueden ocasionar efectos adversos graves relacionados con el aparato digestivo o riñón.
Otros medicamentos:
• Antisépticos tópicos.
• Suplementos vitamínicos y minerales.
• Antigripales y antitusígenos.
• Digestivos, laxantes, antiácidos y anti-flatulentos.
Debemos recordar que aunque los medicamentos de venta libre tienen menos riesgos, no están exentos de ellos y hay que utilizarlos con precaución.
El hecho de auto-medicarse conlleva a unos riesgos para la salud como:
• Toxicidad: efectos secundarios, reacciones adversas y en algún caso intoxicación.
• Falta de efectividad, porque se utilizan en situaciones no indicadas. Por ejemplo, la toma de antibióticos para tratar procesos víricos contra los cuales estos medicamentos no son efectivos.
• Dependencia o adicción.
• Ocultación de procesos clínicos graves y consecuentemente retraso en el diagnóstico y tratamiento.
• Interacciones con otros medicamentos o alimentos que la persona esté tomando. Puede haber una potenciación o una disminución del efecto del medicamento.
• Resistencias a los antibióticos. El uso excesivo de antibióticos puede hacer que los microorganismos desarrollen mecanismos de defensa delante de estos medicamentos de manera que dejan de ser eficaces.
A continuación encontramos una serie de consejos básicos para evitar esta práctica:
• No tome ningún medicamento sin que haya sido prescrito por un médico.
• En el caso de los medicamentos EFP, pida consejo a su farmacéutico.
• En caso de presencia de enfermedades crónicas, consulte siempre al médico antes de tomar ningún medicamento, aunque que sea una EFP.
• La duración de la automedicación con EFP tiene que ser razonable. Si los síntomas continúan o su estado empeora consulte a su médico.
• Informe a su médico/s de todos los medicamentos que toma o ha tomado (también hierbas medicinales, vitaminas, suplementos dietéticos, homeopatía, etc.).
• Lea y conserve el prospecto de todos los medicamentos. Es importante saber que se toma, para que se lo toma, como y cuando se lo toma.
• Conserve los medicamentos en su embalaje original. Éste contiene información importante como la caducidad, el lote, si se debe guardar en nevera, etc. Además el embalaje protege el medicamento y garantiza su adecuada conservación.
• Evite el consumo de alcohol cuando esté tomando medicamentos porque puede afectar a su capacidad de reacción por ejemplo en la conducción de vehículos o en la realización de otras actividades peligrosas.
• Si tiene cualquier duda sobre su medicación consulte a su médico o farmacéutico.
Existe otra serie de aspectos importantes que debemos conocer en relación a la automedicación:
- Enseñar a auto-medicarse. Es fundamental enseñar, aconsejar y educar por parte de los médicos. Información sobre la enfermedad del paciente, su gravedad, duración y posibles complicaciones.
- Aconsejar sobre el uso de los tratamientos: para qué sirve el fármaco, dosis y frecuencia de administración, efectos adversos, duración del tratamiento, qué hacer si no hay mejoría o hay agravamiento.
- Educar sobre qué hacer en otras situaciones similares, fármacos que puede o no puede tomar, signos de alarma, favorecer la colaboración y la comunicación del paciente.
- El consumo del mismo debe tener una duración limitada. Si los síntomas no mejoran, aparecen otros nuevos o empeora se debe consultar con el médico.
- Leer y conservar el prospecto de todos los medicamentos.
- Conservar los medicamentos en su embalaje original. Prestar atención en información importante como la fecha de caducidad y el modo de conservación. El embalaje protege el medicamento y garantiza su adecuada conservación.
- Evitar el consumo de alcohol o cualquier droga cuando se están tomando medicamentos.